“Home is where your heart is”
Antes de empezar, me gustaría que imaginaras que puedes viajar en el tiempo y que puedes ver a tu hijo dentro de 10 ó, incluso, 20 años. Está hablando con un buen amigo, que le está preguntando cómo recuerda a sus padres, cuál es su recuerdo favorito y qué aprendió de ellos. Imagínate que pudieras elegir qué dice tu hijo en ese momento, cómo te recuerda él. Plantéate ahora, ¿Qué padre quieres ser tú para tu hijo?
Ser padre puede llegar a involucrar un rango de emociones enorme, con momentos maravillosos, pero también con momentos conflictivos. Cuando los conflictos comienzan a ocurrir con mucha frecuencia, para muchos padres puede llegar a ser muy abrumador. Perdidos en esa bruma, dejan a un lado lo importante para ellos como padres y comienzan a centrar su atención hacia el problema que se les presenta en ese momento. Como si, de repente, el niño se plantease como un problema a resolver, más que como una pequeña (o no tan pequeña) personita única y maravillosa. Todo ello puede llegar a hacer que simplemente estar con tu hijo genere aún más tensión o presión.
Por ejemplo, es normal que, ante las incesantes rabietas de tu hijo, te encuentres pensando durante mucho tiempo sobre lo que el niño ha hecho, lo que volverá a hacer o que te sientas enfadado, triste o culpable. O puede que simplemente te encuentres envuelto en la rutina, preocupado por el trabajo, amigos, familia… olvidando otra parte importante como puede ser invertir tiempo en la relación padre-hijo.
Pero, ¿y si tu experiencia pudiera ser diferente? ¿Y si cada momento con tu hijo, incluso en aquellos en los que parece muy arriesgado, fuera una oportunidad para elegir cómo quieres que tu hijo te recuerde cuando su amigo le hace esa pregunta? Te propongo darte la oportunidad de actuar en base a la dirección en la que querrías impulsar vuestra relación.
Desde la perspectiva contextual, no es cuestión de juicios. Es cuestión de ver la dirección hacia la que se dirige vuestra relación cuando, por ejemplo, inviertes esa media hora por la noche leyéndole un cuento o escuchando lo que pasó ese día. Quizás tomarte un tiempo al día para apreciar a tu hijo pueda ser un maravilloso regalo para vuestra relación.
¿Qué pequeña acción podrías proponerte tú a partir de hoy que esté al servicio de ser el padre que quieres ser?