El cuerpo de la mujer, historia de aprendizaje individual y su relación

Los seres humanos, como seres que interactúan con un contexto, estamos irremediablemente influidos por nuestra historia de aprendizaje. Todo aquello que sentimos, pensamos o recordamos hoy en día, es un eco de esa historia que cada uno lleva en su propia mochila de aprendizaje. Cada persona genera una visión de la vida, de los demás y de sí mismo.

De igual manera ocurre con cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo. Aunque es cierto que tanto hombres como mujeres somos influenciados por las vivencias que hemos tenido durante nuestra vida, el contexto de la sociedad en la que nos movemos hace que las mujeres sean más proclives a tener una relación con su cuerpo que conlleve sufrimiento.

Cuando tener un cuerpo “x” comienza a significar cosas como “ser atractiva» o “llevar una vida exitosa y controlada”, muchas veces las mujeres nos enzarzamos en una lucha por un control constante sobre “cómo me veo yo” y “cómo me ven los demás”. En esta lucha por el control sobre nuestro cuerpo, podríamos empezar a hacer cosas para conseguir ese cuerpo ideal que deseamos, que muchas veces nunca llega y que no sólo nos desvía de vivir una vida plena sino que traen, además, mucho sufrimiento a su vida.

Cabe destacar la importancia del rol de las madres y padres, o cuidadores principales, en la manera en la que las hijas aprenden a relacionarse con su cuerpo. El significado que le dan las madres al cuerpo de la mujer también se lo están dando a su propio cuerpo y al de su hija. Esas creencias van a contribuir en gran parte a la historia de aprendizaje de sus hijas, de una u otra manera. Si la madre le ha dado mucha importancia a su propio peso y figura, una parte importante de la visión de la niña sobre sí misma también revoloteará al rededor de su propio aspecto físico.

Desde mi propia experiencia en consulta, me he encontrado con mujeres que vivieron situaciones semejantes con sus madres.

Por ejemplo, una mujer acudió a consulta acompañada de un miedo gigantesco a engordar. Ella sentía que si su cuerpo no era perfecto, no podía ser nadie en la vida. Entonces, comenzó a dejar de hacer cosas que le gustaban, como dejar de ir a cenar con amigos. Esto le conllevaba un gran sufrimiento. Además, recordaba que desde que era pequeña su madre le había dado mucha importancia a su peso: saltaba de una dieta a otra, esperando a tener un cuerpo bonito y entonces, poder comenzar a disfrutar su vida. Hacer las paces con esa parte de su vida y entender que su madre lo había hecho lo mejor que sabía, fue un click para comenzar a trazar un camino hacia una vida más valiosa para ella.

Ahora me gustaría invitarte a pararte un momento y hacerte la siguiente pregunta: ¿hay algo que resuena en ti de todo esto? Sea lo que sea, tómate un momento para observarlo y preguntarte, ¿es esta la vida que quiero llevar?

Referencias:

Wilson, K. G., & Luciano, C. (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso: Un Tratamiento conductual orientado a los valores [Acceptance and Commitment Therapy: A behavioral therapy oriented to values]. Madrid: Pirámide.

Cecilia Lena

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